lunes, 7 de noviembre de 2011

Saludos a todos Nuestro visitantes ... ..



Hola quetal saludos a todos nuestros visitantes ..... quiero darles las gracias por visitar este espacio informativo, quiero comentarles que ya estamos de nuevo para informar de lo sucesos que pasan en nuestro alrededor y del pais.......

Testigo masacre en San Fernando












El autobús de la línea ADO hacia su parada obligatoria en la ciudad de San Fernando, Tamaulipas con destino a Reynosa. Llegaron a la terminal, bajaron dos personas y subieron cuatro, haciendo un total de 15 pasajeros en el autobús. Salió de la terminal para seguir su ruta, eran las 8 y media de la noche del 25 de marzo del 2011, salieron rápidamente del pequeño pueblo, no querían ser víctimas de los delincuentes que operan en la ciudad, sin embargo, esa noche sería la última que temerían, pues ya los estaban esperando.


Las calles de San Fernando se vacían a las 6 de la tarde. El pequeño poblado queda como pueblo fantasma al caer la noche, nadie sale de sus casas, todos se resguardan por el miedo a Los Zetas. Solo se pueden ver algunas camionetas de lujo circulando por las calles vacías, nadie se quiere topar con ellos.


El autobús iba saliendo de la ciudad, el chofer miró a lo lejos unas camionetas atravesadas a mitad de la calle y unos hombres encapuchados empuñando sus AR-15, en ese instante supo que todo había acabado. Los hombres le marcaron el alto al autobús, el chofer tuvo que detenerse. Los hombres se acercaron al autobús apuntando sus armas y gritando, "Abre la puerta cabron, muévete hijo de puta si no quieres que te pegue un tiro en la pinche cabeza”, el chofer temblando abrió la puerta del autobús, al instante subieron los hombres armados, uno de ellos le dio un golpe en la cara con su arma al chofer mientras otros dos entraban al área de pasajeros gritando, “Ya se los cargo la chingada a todos putos”, las personas que iban a bordo estaban aterrorizadas, las mujeres lloraban y los niños se abrazaban a sus padres llorando, todos estaban en desconcierto, pensaban que solo era un asalto, pero no era así.


Le ordenaron al chofer siguiera conduciendo, lo llevaron por varios metros de la carretera hasta llegar a una brecha, le indicaron que entrara por ahí, recorrieron 10 kilómetros aproximadamente en la terracería, los más largos en la vida de los pasajeros. Llegaron a una parte muy amplia y sin monte, en medio de la nada, alguna parcela, estaba muy oscuro. Ahí se encontraban 20 camionetas aproximadamente, de lujo, y también 3 autobuses de varias líneas, unos tenían impactos de bala, las llantas ponchadas, los vidrios rotos.


El hombre le indicó al chofer que detuviera la unidad, ahí separaron a hombres y mujeres, les ordenaron a todos los hombres que bajaran de la unidad. Bajaron aproximadamente 8 hombres que iban desde los 15 hasta los 50 años. Los formaron abajo del autobús, y unos hombres se aceraron a ellos y empezaron a clasificarlos, sacaron a los que veían que estaban viejos o débiles, sacaron a dos ancianos y dos que parecían enfermos, los amarraron de pies y manos y los llevaron con un grupo similar. A los que quedaron les ordenaron que se quitaran la camisa y que esperaran ahí.


Todos se dirigían a una de las camionetas estacionadas y gritaban “Háblenle al comandante” ahí se hizo presente ese hombre, que tenia vestimenta de comando en color negro, con chaleco antibalas y fornituras por todos lados, todos se dirigían a el como “Comandante 40”. El hombre se acercó a los pasajeros que habían bajado del autobús y les dijo con voz enérgica, tipo militar “A ver cabrones, el que quiera vivir que lo diga de una vez”, pero nadie contestó, todos miraban al suelo, ni siquiera podían levantar la mirada por el temor. Un joven como de unos 15 años se orinó de miedo en sus pantalones mientras visiblemente se veía que temblaba fuertemente como si tuviera frío y las lágrimas corrían por sus mejillas. El mentado Comandante 40 sacó su arma corta de la fornitura y sin titubear le pegó un tiro en la frente, el muchacho se desplomó de inmediato, mientras los otros hombres lo veían temblando aun mas de miedo. “Quién más es maricón” preguntó el Comandante. Nadie respondió. “Les preguntaré por última vez, quién puta madres quiere vivir” esta vez lo hizo gritando. Y todos los hombres levantaron la mano. “Bien, se les hará una prueba a ver qué tan chingones son, el que lo logre sobrevivirá, el que no se chingo”, en eso le habló a varios de los hombres que estaban en otras camionetas y les dijo “Traigan los marros” y los hombres trajeron un mazo para cada hombre. “ A ver cabrones, la tranza es así, se van a poner en parejas, y se van a partir la madre, el que sobreviva se viene con nosotros a jalar y se salva, el que no, pues se lo cargó la verga” eso dijo en tono sarcástico, mientras sus hombres reían. Los pasajeros quedaron pasmados por la noticia, no podían creer que fuera cierto lo que les ordenaba el individuo que más bien parecía nazi que narco. Todos tomaron su mazo y se pusieron en parejas y veían a su contrincante con una mirada de miedo. “Pártanse su madre”, dijo el Comandante 40.


Unos de los pasajeros se acercó llorando a él diciéndole, “Por favor señor, yo no quiero hacer esto, le doy todo el dinero que traigo y mi casa pero déjenos ir”, el Comandante 40 lo vio fijamente a los ojos, le quitó el mazo y le dijo, “Está bien pinche maricon, vete” y tan pronto el hombre dio la vuelta le pegó con el mazo en la cabeza con una fuerza brutal, el hombre cayó al suelo bañado en sangre y 40 se puso como loco dándole golpes en la cabeza con el mazo como 20 veces hasta que quedó deshecha totalmente. “Esto es lo que tienen que hacer hijos de puta, usar los huevos, el que no quiera que me diga y yo le parto su madre”, todos los hombres comenzaron a pelear entre si.


El chofer del autobús seguía con el hombre que lo interceptó junto con las mujeres y los niños dentro de la unidad. Ahí subieron varios hombres armados mas y bajaron a las muchachas que les parecían más guapas, mientras les gritaban “Muévete puta”, todas lloraban y gritaban al igual que los niños, uno de ellos dijo, “A ver perras, denme a sus cachorros” y las madres lloraban abrazando a sus hijos, que iban desde recién nacidos hasta los 8 años máximo. Los niños se aferraban a sus madres mientras se los arrebataban los sicarios. Los bajaron a todos y se los llevaron, mientras unos sicarios golpeaban a las mujeres que quedaban en el autobús.


A las jóvenes que bajaron las llevaron a una casucha donde había más mujeres jóvenes, todo estaba oscuro y sucio, y se escuchaban gritos y lamentos, ahí les arrancaron sus ropas y las comenzaron a violar. Dentro de esa casucha había aproximadamente 30 mujeres que estaban siendo violadas, otras más estaban despedazadas en el piso.


A los niños los llevaron a otra parte, en donde había unos tanques con ácido, ahí los aventaban, se oían los gritos de dolor mientras se deshacían. Y los sicarios solo reían a carcajadas, uno de ellos les gritó a los demás, “Ya va a estar el caldo”.


El hombre le ordenó al chofer que encendiera la unidad, y lo dirigió hasta un lugar en donde vio a todos los que había separado del grupo por estar viejos o débiles, estaban tendidos en el piso en una línea amarrada de los pies y de las manos. “Pasa por arriba de ellos” le dijo el sicario al chofer. El conductor lo miró atónito, no podía creer lo que le ordenaba. “Que pases por arriba de ellos o te pongo ahí para que te lleve la chingada a ti también pendejo”, le gritó el sicario al chofer a quien no le quedó más que hacer caso. Mientras conducía podía sentir como si pasara por topes, pero la diferencia es que aquí podía escuchar los gritos de dolor de las personas que estaban abajo. Las mujeres dentro del autobús lloraban sin parar por aquel hecho tan horroroso. Y los sicarios que iban dentro solo reían. Hasta que terminó con la fila de personas, le ordenaron detenerse.


Fue ahí cuando el sicario le pegó un tiro en la sien al chofer y empezó a dispararles a las mujeres abordo. Bajaron y le prendieron fuego al autobús.


El Comandante 40 reunió a todos Los Zetas y les dijo, “Ya estuvo bueno de diversión por esta noche cabrones. Traigan a los ganadores” y trajeron a los que habían matado a su contra con el mazo y les dijo, “Bienvenidos al grupo de Fuerzas Especiales Zeta, el otro ejército”.

Y que no solo fueron inmigrantes los muertos de las fosas de san fernando (como lo dice el gobierno) tambien hay mexicanos.....................................

Bienvenido​s a Tamaulipas "Carretera​s de Nuevo Leon y Tamaulipas Tierra Sin Ley"





Crónica nocturna de una carretera en guerra


Aventurarse por las noches en las carreteras de Nuevo León y Tamaulipas en estos tiempos es justamente eso: una aventura, ni más ni menos. Conlleva su dosis de adrenalina y de fe por saberse circulando en una tierra sin ley y en un designio en guerra.

El 27 de Octubre, emprendimos la aventura de viajar en la noche de Reynosa hacia Monterrey por la carretera de cuota. Un recorrido de poco más de 200 kilómetros que solía ser seguro y pacífico pero que, a partir de este año, se ha convertido en un tránsito riesgoso. Misma s ha ocurrido con la mayoría de las carreteras en Nuevo León y Tamaulipas.

Por ejemplo, un chofer de una linea regional de autobuses de pasajeros califica a la carretera ribereña como “la boca del lobo.” Y es que ese tramo carretero va de Reynosa a Nuevo Laredo recorriendo la “frontera chica” por municipios como Díaz Ordaz, Camargo, Miguel Alemán y Ciudad Guerrero, escenarios más críticos de la guerra entre los dos cárteles que operan en el noreste del país.

Las carreteras del noreste han sido tema de innumerables historias de miedo y angustia. Familias que han sido despojadas de sus autos en plena carretera y dejados a la deriva. Autobuses que al entrar a la ciudad de Monterrey han sido abordados por sujetos armados para asaltar a los pasajeros. O historias también, por supuesto, de enfrentamientos armados.


Apenas hace unos días, un familiar cercano me relataba cómo en una carretera cercana a la población de Valle Hermoso, Tamaulipas, logró observar los restos de un duro enfrentamientos entre bandas del crimen organizado. Lujosas camionetas baleadas y cadáveres de combatientes caídos que eran recogidos por sus propios compañeros sobrevivientes, puestos en las cajas de camionetas pick up y llevados a despedir. Ninguna de las fuerzas federales fue vista en las cercanías.

Son historias que se repiten una y otra vez, donde sólo cambia el lugar y la víctima.

Justo hoy que salíamos rumbo a Monterrey, un duro enfrentamiento se había suscitado en los poblados de Peña Blanca y General Bravo, Nuevo León, casi en los límites con Tamaulipas. Miembros del crimen organizado combatieron contra elementos del Ejército y la Marina que suelen tener puntos de control muy cerca a la frontera estatal. Dicho enfrentamiento retrasó nuestra salida, y por ello tuvimos que ir de noche.

El trayecto fue una representación fiel de un territorio en guerra. Puntos de control militares, caravanas de la Policía Federal, muy poco tráfico civil y situaciones extrañas derivadas de hechos violentos que se llevaban a cabo en Monterrey.

Puntos de control militar

Tan pronto nos alejamos unos cuántos kilómetros de la mancha urbana de Reynosa, pasamos por el primer filtro de vigilancia. Era un retén de la Marina. Con gesto amable, pero armas listas, rostros tensos y quijadas apretadas por el enfrentamiento suscitado unas horas antes. Nos dieron el paso inmediato sin mediar pregunta.

Al llegar al kilómetro 30 donde está la aduana que marca el fin de la franja fronteriza había otro punto de control permanente del Ejército que ha construido una modesta “fortaleza” con láminas y sacos de arena como protección. Igualmente, nos dieron paso inmediato.

Procuramos ser lo más transparente posible y no generar alguna duda en los puntos de control. Conforme nos acercamos al retén, encendimos las luces interiores del auto y pusimos las manos en un lugar bien visible. El mensaje fue bien captado por marinos y soldados que nos dieron acceso inmediato para seguir nuestro trayecto.

Es importante seguir todas las indicaciones de las fuerzas federales en las carreteras. Detenernos cuando así no los instruyan y, sobre todo, ser transparentes. Quitar el papel polarizado de los cristales y encender las luces interiores del auto al llegar al retén, si es de noche. Así les hacemos más fácil su trabajo y nosotros mismos corremos menos riesgos por alguna confusión fatal.

La carretera estaba prácticamente desierta. El tráfico estaba compuesto, principalmente, por camiones de carga y autobuses de pasajeros. Muy pocos vehículos civiles.

Más autobuses, menos autos

Y es que la gente de la región que solía viajar con su familia en vehículos particulares por las carreteras del noreste, han dejado de hacerlo y prefieren ir en autobuses de pasajeros. En estos días, las compañías que ofrecen ese servicio van con frecuencia completamente llenas con gente de todas las condiciones sociales.

Por ejemplo, en su sitio web, la compañía Senda que cubre la región ha reportado un incremento del 14% en ganancias durante la primera mitad del 2010, con respecto al mismo período del año pasado. Esto ilustra la nueva conducta del viajero en el noreste que se siente más seguro en un autobús, que viajando por su propia cuenta.

Durante el trayecto hice un pequeño ejercicio de contar los vehículos que transitaban por un tramo de 10 kilómetros de la autopista. Solamente 4 automóviles particulares, 5 camiones de carga y 3 autobuses de pasajeros.

Vestigios de guerra

Uno de los pocos parajes de descanso que hay sobre la autopista es el restaurante “Los Ahijados” que marca, casi con exactitud, la mitad del camino. Además, en el lugar hay una tienda de conveniencia, gasolinería y sanitarios públicos. Hasta hace unos meses, solía tener actividad permanente. Era casi una parada preestablecida para los viajeros, ya fuera de día o de noche.

Hoy no hay un sólo automóvil ni autobús en “Los Ahijados”. El restaurante tiene todas sus mesas desiertas. Los meseros y empleados son la única señal de vida en el lugar, conviviendo con los vestigios de la muerte. Y es que en el estacionamiento del local aun persiste la porción de asfalto quemado que dejó el incendio de una camioneta durante un enfrentamiento entre un convoy de sicarios y un comando del Ejército en Marzo pasado.

En ese enfrentamiento los militares detectaron un convoy de camionetas con gente armada que se había detenido a cargar gasolina y al acercarse al lugar fueron recibidos a balazos. El combate duró varios minutos, donde se detonaron granadas y se hicieron miles de disparos. Una de esas granadas alcanzó una camioneta que se incendió y quedó totalmente carbonizada en el lugar dejando esa huella en el asfalto que hasta hoy sigue siendo visible.

Aquella noche cambió muchas cosas en la confianza de los viajeros por la autopista, pues muchas personas se quedaron varadas por horas en las casetas de peaje escuchando los sonidos del enfrentamiento. Algunos vivían su pánico sin poder comunicarse a su casa, otros tenían la frialdad de reportar por Twitter lo que estaba sucediendo.

Apenas un día antes de aquel enfrentamiento en “Los Ahijados”, el consulado de Estados Unidos en Monterrey había emitido una alerta a sus conciudadanos para que no viajaran por dicha autopista, ante el clima de inseguridad que se estaba generalizando en el trayecto.